jueves, 10 de noviembre de 2011

La desescolarizacion de ivan illich

CAPITULO I: ¿POR QUÉ DEBEMOS PRIVAR DE APOYO OFICIAL A LA ESCUELA?
Los valores de la escuela están sometidos a un proceso de manipulación institucional  por parte de organismos como la familia, el ejército, la iglesia…organismos que poseen un currículo oculto. Illich dice que esta institucionalización conduce a tres dimensiones que forman parte de un proceso más amplio de degradación social y personal; la contaminación física, la polarización social y la impotencia sicológica.
Tal proceso de degradación se verifica y acelera cuando necesidades no materiales se presentan como demandas de bienes, es decir, cuando la salud, la educación y el bienestar sicológico son considerados como resultado de servicios o tratamientos ofrecidos, desde luego, por instituciones.
Así pues, llega a la conclusión de que no es sólo la educación, sino la sociedad en su conjunto la que debe ser desescolarizada, la que debe rebelarse ante la autoridad institucional que define lo que es y lo que no es legítimo o deseable.
CAPITULO II: FENOMENOLOGIA DE LA ESCUELA
El autor encuentra que básicamente son cuatro las funciones de los sistemas escolares modernos: custodia, selección, adoctrinamiento y aprendizaje.
1) Edad: La escuela agrupa a las personas según sus edades; existe la creencia, por ejemplo, de que los “niños” deben estar en la escuela. Illich afirma que el concepto le “niñez” es reciente en Europa Occidental y aún más en América. Aparece con la sociedad industrial y la burguesía emergente, por tanto el sistema escolar y la niñez son fenómenos interrelacionados
2) Maestros-Alumnos: En la escuela, el aprendizaje no depende totalmente del maestro, sino de variables como las estrategias para “pasar” exámenes, la capacidad memorística de los alumnos, su relación con los compañeros de clase, etc., además la mayor parte de lo que sabemos lo hemos aprendido precisamente fuera de la escuela.
3) Asistencia de tiempo completo: La obligación de asistir a clases sumerge a los niños en una especie de contexto sagrado (“educativo”); el aula se convierte en un recinto mágico. De tal modo, se los aparta del contacto con la realidad cotidiana. El ritual de la “escolarización” constituye un currículo oculto que inicia a los hombres en la sociedad de consumo.
CAPITULO III: RITUALIZACION DEL PROGRESO
Illich analiza en este capítulo las principales conexiones entre el consumo escolar y el consumo social.
Al graduado, dice, se le escolariza para cumplir un servicio selectivo entre los poderosos en la sociedad. El alcanzar niveles superiores de educación significa que de alguna manera se ha cumplido satisfactoriamente con las reglas del juego del sistema en las primeras etapas escolares..
El autor enlista una serie de mitos producidos por la escolarización social:
  • El mito de los Valores Institucionalizados: la escuela inicia en el 44 el mito del consumo sin fin”. Todo proceso produce valor y en consecuencia la producción genera demanda. La escuela enseña que la instrucción produce aprendizaje, al haber escuelas hay demanda de escolaridad. “El hombre adicto a ser enseñado, busca su seguridad en la enseñanza compulsivo” (p. 81).
  • El mito de la Medición de los Valores: La escuela inculca valores institucionales sujetos a cuantificación; de ahí en adelante se concibe que en este mundo todo es mensurable, inclusive el ser humano y su imaginación.
  • El mito de los Valores Envasados: Los valores que dicta la escuela se presentan con un adecuado embalaje y precio en el mercado del consumo social, a los alumnos se les enseña a adaptar sus expectativas a los valores comercializables, partiendo de la idea comúnmente aceptada de que el juicio de una persona o grupo puede determinar lo que otra necesita aprender y el tiempo en que debe hacerlo.
  • El mito del Progreso que se Perpetúa a sí mismo. Illich descubre una lógica similar prevaleciente en los negocios, la guerra y la educación; de la misma manera que “los negocios son los negocios” (acumulación sin límite de dinero), que la guerra es matar (acumulación de cuerpos muertos), la educación es escolarización, un proceso que tiende a perpetuarse a si mismo y que se mide en términos de alumnos-hora.
CAPITULO IV: ESPECTRO INSTITUCIONAL
Partiendo de que el futuro de nuestra sociedad depende en parte importante de la elección de nuevas instituciones, más que del desarrollo de nuevas ideologías y tecnologías, el autor sitúa dicha elección entre dos alternativas básicas de instituciones, ubicadas en los extremos de un espectro institucional.
A la derecha del mismo sitúa las “instituciones manipulativas” cuyo ejemplo tipo es la escuela. Estas instituciones se caracterizan por ser formadoras de hábitos, es decir, crean adicción social psicológica hacia sus servicios. Además son altamente costosas, selectivas y jerárquicas. Así, Illich afirma su convicción de que un cambio social radical debe ser necesariamente precedido o al menos iniciarse con un cambio en la conciencia que se tiene de las instituciones, en un rejuvenecimiento del estilo institucional.
CAPITULO V: COMPATIBILIDADES IRRACIONALES
Se reconoce que aún ahora la desescolarización social es una causa sin partido. El autor hace una crítica a los innovadores educacionales que siguen apoyándose en la creencia de que la conducta adquirida bajo la vigilancia de un pedagogo es altamente valiosa tanto para el alumno como para la sociedad.
En contraposición Iván Illich sostiene que una revolución educativa necesita apoyarse en nuevas orientaciones de la investigación, en una comprensión distinta del estilo educacional en vías de una contra-cultura naciente.
CAPITULO VI: TRAMAS DE APRENDIZAJE
Este capítulo se propone demostrar que lo contrario de la escuela es posible.
Las características de las nuevas instituciones educativas son:
1.     Proporcionar a todos los que lo deseen, el acceso a recursos de aprendizaje, disponibles en el momento que lo necesiten.
2.     Proporcionar la oportunidad de compartir lo que saben a quienes quieran hacerlo, encontrando a quienes quieran aprender de ellos.
3.     Proporcionar la oportunidad de presentar en público las tomas de debate a quienes deseen presentar sus argumentos.
O sea, se concibe que el aprendizaje requiere acceso a la información y a la crítica; que la información puede obtenerse de cosas y personas; la crítica puede desarrollarse con semejantes o iguales (compañeros) y mayores o educadores.
Así, se plantea como alternativa a los “embudos escolásticos”, redes de comunicación que faciliten nuevas vías de acceso a la educación.
CAPÍTULO VII: “NACIMIENTO DEL HOMBRE EPIMÉTRICO
Este último capítulo que a manera de epílogo engloba bajo una perspectiva de crítica humanista las objeciones de Illich a la escolarización social, es producto de las conversaciones del autor con Erich Fromm.
El autor se remite a la mitología griega a través de la historia de dos hermanos: Prometeo y Epimeteo. Siendo considerada Grecia como la “cuna” de la civilización occidental, Erich establece una similitud entre la historia del hombre moderno y la historia de Prometeo; el empeño prometeico es traducido en un afán por crear instituciones a fin de atrapar cada uno de los males desencadenados con el olvido completo de la esperanza. Así, dice, es la historia de una esperanza declinante y unas expectativas crecientes.
 “Súbitamente nos hallamos en la oscuridad de nuestra propia trampa!’ (p. 198).
Esto lo encontramos en todas las otras instituciones (agricultura, manufactura, medicina, educación) que generan más necesidades que satisfacciones, y que al tratar de satisfacer las necesidades que ellas mismas crean, no hacen otra cosa que “acabar la tierra”, desequilibrando el medio que pretenden dominar.
En este contexto, la escuela como proceso planificado conforma al ser humano para aceptar un mundo planificado. La dependencia de las instituciones reemplaza la confianza en la buena voluntad personal. Al mismo tiempo, los productos institucionales contradicen sus metas.
¿Qué alternativas podemos considerar ante un mundo de institucionalización de valores y procesos planificados?
Vemos, pues, cómo a lo largo de estos siete capítulos el autor desarrolla su hipótesis de la necesidad de una desescolarización social, comenzando con un análisis de la crisis escolar, de la naturaleza estructural del sistema educativo y sus nocivos efectos sociales, para posteriormente considerar algunas posibles alternativas de un nuevo modo de aprender, al tiempo que resalta la capacidad revolucionaria que posee esta concepción diferente de la relación educativa entre el hombre y su medio ambiente global.

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